viernes, 3 de julio de 2015

Tatuajes de antaño.

No tengo idea de contar un relato, al menos no de forma ficticia, ni bonita. Simplemente, hablemos de como ella se despierta hoy, de la razón de cada opción qué tiene, hablemos de su mal amanecer. 
Y es que hablamos del verano, de esas mañanas que amaneces tras cincuenta vueltas, una noche calurosa que no te ha dado tregua, un calor insostenible, desnudos agobiantes y no apasionados, solo calor. 

Ella ahora viste de blanco, antes vestía más de negro. El calor, la madurez, una vida liberada de complejos le ha hecho ver quien es. Ha olvidado sus mañanas de instituto en pasillos de rencor, un rencor envidioso en el que un grupo de verdaderas victimas de si mismas la atacaban por llenar sus tristes vidas. Hoy, verano de 2015, ella tiene otros muchos dilemas, otros tatuajes qué suplantan a los antiguos tatuajes no tintados que otros marcaron. Los tatuajes de ahora los eligió ella ,y están jodida y perfectamente colocados de forma que expresen su gran personalidad. 

Ahora ella tiene mejores dramas, problemas de faldas... Bueno, no son de faldas, son de vaqueros prensados, muy prensados, de esos que marcan tronco. No hay dos dramas iguales, hay algunos realmente geniales, los de verano suelen ser deshidratados y mojados, y es que el sexo, o las ganas de él, siempre mojan tejidos. No seamos rudos, ella es una señorita que viste de blanco, sabe que ser recatada es su futuro, que crear una base fue labor complicada... Ella jamás rompería algo creado con sudor, pero hay vaqueros qué provocan mucho furor, y un verano invade las ganas de romper las reglas, de bajarse las bragas, pero ella es una señorita. 

La luz de agosto deja ver su piel, no es que sea muy oscura, su piel digo, pero resalta y refleja esa luz que desprende. Ella tiene todo claro, no es la mala de su película, mucho menos la tonta, pero si es la dudosa... ¿Cómo decidir entre lo estable o lo excitante pero inestable? El riesgo nos llena de pasión, el calor justifica el sudor, pero como habitante norteño de ciudad costera que soy... Sé que los inviernos son muy jodidos, y al final un mal polvo en la discoteca no acaba en altar. Tres minutos pueden ser intensos, pero también pueden hacerte preso, preso de tu error infiel.

Por ello, ella hoy tendrá problemas para dormir, el calor va a matarla, sus sueños del pasado la pueden abrumar, tal vez el chico del vaquero abultado la enloquezca dando giros de almohada, pero confío plenamente en que al despertar le verá a él, a su príncipe azul, y dirá: Tronco, te quiero. 

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