miércoles, 27 de enero de 2016

¿Finita o infinita? No sé, esquinita.

Diariamente nos cruzamos con personas que pasan por nuestra vida sin gracia ni magia, son un grupo de gente efervescente que se deshace y desaparece en cordiales "buenas tardes" Así son la mayoría de personas, gente que pasa indiferente y sin hacerte diferente; gente que para ti no es un punto de inflexión; gente sin reflexión.

Ante esta borrasca de pérdidas increíbles de palabras, nos encontramos personas con las que te sientas al azar en septiembre; con gente que encajas y te hacen grande con sus peculiares locuras. Personas maduras, de más o menos edad, inconscientes de la vida, perdidas o incluso budistas conectadas a tu alma atea. Son esa gente que crean una esquinita, un pesar común y unas risas con grietas que se rompen y unen día a día. 

La magia entre las personas comienza cuando mezclas diversidad, una gran mezcla que sacudes en una coctelera de personalidades y peculiaridades. Diferentes edades, orientaciones, valores, edades y colores. Se trata de absorber y mezclar cada ideal, de crear una fuerte muralla transparente que nos haga crecientes y grandes. 

Levantarte a la mañana con sentimiento de pertenencia, saber que aún yendo todo fatal siempre tendrás tu pedestal en esa pequeña zona de confort que se ha creado. Saber que los martes y trece serán acompañados, que la vida diaria es algo más que la noche y, sobretodo, que somos igual de variados que una huerta en la que trabajan los que no encontraron su puerta. Entendamos huerta como "lugar de variedades que nacen y crecen juntas" 

Nunca he creído en los "para siempre" considero falso prometer un para siempre siendo seres con fecha de caducidad, pero quiero dar la oportunidad a una falsa eternidad. Sentémonos juntos, conversemos y absorbamos un año más de nosotros; creemos un punto y coma que baile con la diversidad.