Keller Diaries: Diario de un bohemio efervescente.
viernes, 28 de julio de 2017
Desarmado.
Aquella noche fría y húmeda terminó toda batalla de contención.
Tu caballería armada con estandartes de sonrisas quebrantaron mis aposentos, resquebrajaron a mis soldados y, ante mi sobrecarga de armadura, desfallecí a tu lado. Sin mi revolver, con la mano en el gatillo y mi alma entre las sábanas me dejé proteger por ti.
Mi silencio se topó con tus caricias, miradas, sonrisas y ternura espontanea.
Ante ese sentimiento de protección, calor, amor y hogar; solo pude rendir pleitesía a tus dedos y dejarme abrazar por mi nueva realidad. Había sido vencido, derruido, destruido... Y, curiosamente, me sentía completa y absolutamente liberado.
Dejé que tus manos tomasen el control, escondí mi cara en tu cuello y busqué cobijo en tu aroma hogareño. Me permití encoger mi cuerpo, consideré la idea de que me acunaras en tu pecho y me permití bajar la guardia mientras me desnudé más allá de mi ropa interior.
Volví a escuchar la lluvia atentando contra la ventana, comencé a conciliar el sueño e hice de tu pecho mi mejor almohada. Te miré en la oscuridad, respiré de forma ahogada y susurré con los ojos inundados de verdad: "te quiero"
domingo, 19 de febrero de 2017
Se me han vuelto a soltar los cordones...
jueves, 6 de octubre de 2016
Desangrado
miércoles, 21 de septiembre de 2016
La Paz de tu Sonrisa
sábado, 18 de junio de 2016
Mi Americana Amarilla
Las calles están plagadas de personas que existen sin vivir; que recorren las ciudades como cadáveres con pulsaciones; que aman sin jadear y esperan ser recompensadas hasta por hablar. Inconscientes...
Somos seres que crean cosas maravillosas: escribimos, cantamos, bailamos, nos desnudamos e inventamos la Nocilla de dos sabores; somos extraordinarios.
De un tiempo a esta parte...
He tenido la sensación de estar rompiendo mi muralla emocional; he derrotado a los soldados armados; he cantado en la ducha; he matado a los cadetes de trincheras que evitaban mis lagrimas, y he creído en el nudismo sentimental como secreto de la felicidad. Ahora río por reír, hablo de mí y lloro con Anatomía de Grey.
No entiendo la moda vintage de cubrir las emociones con barreras...
No comprendo el porqué de ocultar en un pañuelo las lagrimas de sentimientos reales (de igual manera) no entiendo quien nombró al llanto como enemigo de la fortaleza. Siempre he observado a la gente reír, y he creído que eran locos exagerados que actuaban ante un orador que necesitaba aceptación y el aplauso de una carcajada. Es extraño, pero siento más atracción (y confianza) por un sentimiento triste, un anhelo, o una melancólica mirada que sonríe de forma forzada.
Soy consciente de mis peculiaridades...
Sé que no abundan las personas como yo, no obstante, estoy muy orgulloso de pasear por éste cementerio con mi americana amarilla. La gente me observa, me mira y critica...
No soy el cadáver, no soy el velado y ni siquiera soy un allegado...
Soy (solamente) una persona que decidió cantar en la calle, bailar cruzando carreteras, besarte en la oficina, ir con bañador a una reunión importante, vestir corbata en mi excursión al monte, y estrenar mi americana amarilla un martes y trece en el cementerio. Simple y llanamente; soy diferente...
sábado, 7 de mayo de 2016
La Gente Siempre Se Va
lunes, 4 de abril de 2016
Crónicas de un Whisky con hielo.
martes, 8 de marzo de 2016
A las princesas de mi vida
lunes, 1 de febrero de 2016
Para putas, borrachos y maricas
Fue una segunda parte de la película original, no fue para nada conocida, fue declarada un fiasco. Y, eso es lo que yo quiero; ser un fiasco generalizado para la mayoría, pero un relato culto para mi gente querida.
miércoles, 27 de enero de 2016
¿Finita o infinita? No sé, esquinita.
martes, 22 de diciembre de 2015
No soy esa clase de chico
No me sé peinar, no sé cantar, y solo sé bailar tras beber dos copas de más.
Tampoco soy el chico que pasea princesas cada sábado a las seis; no amanezco y la dejo dormir sin dejar mi numero y, tampoco quiero, pero sí soy el que se toma el café de resaca con ella al día siguiente a las diez.
No soy de los chicos que sale con ellas y es una más; tampoco soy un ejemplo de vestimenta (aún aconsejando muchas veces lo que pueden ponerse).
No entiendo de colores y matices; no me gustan mucho los musicales y tampoco sé maquillarles.
Soy parte de esa pequeña parte de gente que es feliz con un paseo y conversación; soy de los que aprecia la letra de una canción; soy de los que canta por audios de WhatsApp; soy el psicólogo de mis amigas y el loco sin solución ni respuestas para él mismo.
Soy un barullo de contradicciones; soy una persona que odia la navidad pero adora su luminosidad; soy un insensible que llora con Titanic; soy el gilipollas que llama el día después.
Me defino como un chico abierto y sincero, abanderado del dialogo, no obstante, necesito un blog que usar por manual descriptivo para ser entendido ¿friki? ya no... Desde que lo habéis puesto de moda ya no me mola, ya no soy diferente.
sábado, 21 de noviembre de 2015
El último día,
jueves, 29 de octubre de 2015
¿Cómo se hace una vida contigo? Conozcámonos... Otra vez.
Sonrieme y deja ese móvil en la mesa, en este garito de mierda no hay cobertura ni wifi. Seamos valientes, mirémonos a los ojos sin escudarnos en el whatsapp. Exacto, me he repeinado el flequillo por los nervios, me has calado; es demasiado temprano, la botella de vino sigue entera.
La conversación se llena de magia, nuestros móviles mantienen el 90% de la batería. Llevamos cuatro horas conversando y la cena ya se ha terminado. Dos botellas de vino, una cena perfecta, mil batallas relatadas, y cuatro risas por minuto que me hacen creer que la laca no es necesaria en un pelo tranquilo y relajado.
Te levantas al baño, bailoteo con mis tobillos bajo la mesa. La mañana ha comenzado, las y poco de la madrugada marcan un amanecer inminente y mi corazón se deshace cual pastilla efervescente. No me considero un loco delirante, pero de mayor siempre quise ser adolescente ¿Poca ambición? otros solo desean ser futbolistas.
Vuelves del baño, pago la cuenta (ya os dije que invitaba yo) Salimos de ese maravilloso garito de mierda, cruzamos la puerta, pasamos el umbral del cielo y bombardean los móviles ¡Gracias altas redes de comunicación!
Me miras, sonríes y bailamos bajo la luna. Mi móvil vibra y compite con mi corazón, el tuyo se choca contra mí presionando mi pantalón... No, ya no sé si hablo del teléfono.
Amanezco en una batallada de sabanas, el móvil suena sin parar y lo cojo con torpeza ¡Genial! he vuelto a ponerme en la oreja un notificación de Instagram...
Compruebo la notificación y río a carcajadas ahogando un bostezo en mi mano. Una foto tuya y una pregunta ¿Cómo se hace una vida contigo? sumado a cincuenta "#" edulcorados y enamorados. Muy genial, nos hemos vuelto a conocer...
domingo, 11 de octubre de 2015
Correr sin tener prisa y llorar de la risa.
Siempre confundo la timidez con la bordería, la bondad con un ataque voraz que censura una catastrófica serie de desdichas que acorazan la verdad. Sería genial cantarlas, crear un álbum indie de dramas y desdichas; no arrasaría... Bien lo sé, pero nunca quise ser el favorito de millones, me basta con ser el favorito de un solo alguien.
Soy totalmente conformista, busco la lluvia con el color del otoño, ropa cómoda y ajustada que no deje entrar las verdades que me amenazan, y una larga gabardina negra que dé elegancia a mis secretos inconfesables. Pisar charcos con botas grandes negras, de esas que no calan si juegas en los charcos como los niños, de esas que disimulan tu alma infantil y te hacen parecer un adulto de veinti y pico, y no de veinti poco.
Tampoco quiero ser mal interpretado, no pido ser un adulto maduro; solo rara vez quiero crecer, y esos son mis días más felices -¿Qué dices Keller? Digo que no quiero crecer, pero cuando quiero crecer soy ese niño que siempre quería ser mayor, y eso es genial (ser niño) es realmente genial.
Los juegos de mayores no son divertidos, solo los relacionados con la noche (no entiendo su nocturnidad) yo también quiero jugar durante el día.
Correr por la calle sin tener prisa, mojarte la ropa sin que importe el frío, llorar por alguien y no relacionarlo con la humillación, comer con las manos y mancharse la boca de chocolate. Parece que todo esto ya no nos sale, y yo ya llevo tiempo sin querer ser mayor (y eso me acojona).
No obstante, prometo descalzarme una tarde cualquiera por las calles, correr por ellas y reír hasta que empiece a llover, calarme de arriba a abajo y llegar a casa completamente mojado, provocar el enfado de mamá, y llenarme las mejillas de nocilla a falta de natillas.
viernes, 18 de septiembre de 2015
La magia de una colilla en nuestro tejado.
Subí a nuestro tejado. Esa noche estaría solo, no habría sesión de cigarrillos y pitillos ajustados. Tras pasear por las tejas con torpeza, decidí sentarme y mirar al horizonte. Siempre adoré ver amanecer, pero eran las tres de la mañana y me tenía que entretener. Abrí mi botella de vodka, la alcé y susurré tu nombre a modo de brindis. Éramos dos incomprendidos, dos ovejas descarriadas que eran sin ser, que no querían ser, no querían caminar junto a la verdad. Éramos algo así como la revolución, esa opción que no eligen los que visten de moda y caminan al son de reggaeton.
Cuatro menos cuarto. Un cuarto de botella bebida, yo empezaba a ser sincero con las estrellas. Les comentaba el regreso de la magia a mi vida, la magia de verdad. No entiendo la unión conceptual entre magia y falta de realidad, no comprendo el creer que la magia es luz en la oscuridad ¿Y si la magia quiere ser bruma en la noche? Tal vez ni siquiera funciona con varitas, yo personalmente la encontré en las letras de diferentes artistas. Me encanta leer verdades a medias, frases incompletas, y escudos del autor que dicen sin decir. Me gusta leer a incomprendidos que no cuentan toda la verdad, que se dejan la tinta en el tintero, que disimulan con su pluma su alma rota.
Más de la mitad de la botella consumida. Me tumbo sobre las tejas, la comodidad es preocupante, no siento mi cabeza sobre el frío tejado. La luna me ilumina la cara, recuerdo cuando ambos nos sentamos en el tejado. Adoro esas noches, yo apoyado sobre su hombro y escuchando sus reflexiones sobre las tormentas. La gente corriente ve absurdo pasar una tormenta a la intemperie. Él y yo pasamos el invierno en aquel tejado viendo tronar y llover, también recuerdo que los relámpagos mecieron mi sueño sobre su pecho en aquel tejado estrecho más de una vez.
Me levanté con decisión. Mi zarandeo me hizo perder cada gramo de dignidad, terminé la botella y reí. Puse música en mi móvil y baile sobre la tejavana bajo las estrellas. La radio seleccionó canciones dramáticas, lloré riendo mientras tropezaba con cada teja. Yo era el jodido presidente, el que estaba al frente, yo gobernaba la república independiente de los incomprendidos. Éramos solo dos miembros; ambos sumábamos una gran diversidad, diferencias, polos opuestos, pero puentes fundamentales que nos convertían en infinitos. Bailé con torpeza hasta lo que recuerda mi cabeza.
Amanecí boca abajo en aquellas tejas. Tenía la cara rozada y cuatro colillas en el canalón del tejado. Él había venido a ver su amanecer, solo suyo, solo él terminaba el día cuando los demás lo empezaban. Él miraba cada día como los demás empezábamos nuestras monotonía. Su chupa negra, su pelo alborotado y su lenguaje mal hablado, así era él. Su pose de malote lo mantenía a flote, su revolución interna lo hacía mi mejor opción externa a la rutina diaria. Las tormentas y los amaneceres eran nuestro punto de encuentro, y él ya había terminado su día, el mío comenzaba con una resaca más. Cogí su paquete de tabaco, me encendí uno de sus pitillos y estire los míos tras colocarme bien la camiseta. Expulse el humo de la última calada, y observé el cielo encapotado. Esa noche iba a llover, tenía una cita obligada con él.
sábado, 12 de septiembre de 2015
Un diario que no era de Noa.
lunes, 31 de agosto de 2015
Historias de un piano.
viernes, 3 de julio de 2015
Tatuajes de antaño.
sábado, 13 de junio de 2015
Invierno en la playa
Pasó de forma veloz por su presente, ese que no le gustaba, ese que podría dejar atrás en unas semanas. Todo lo que necesitaba era volver a caminar, dejar de seguir sus viejas huellas, sostener bien la arena por una vez. Necesitaba compañía, alguien como él, un niño perdido, un adolescente efervescente, un joven adulto con muchos valores y poco futuro favorable.
Volvió a ponerse en pie, corrió por la orilla, el agua salpicaba hasta sus rodillas, no tenía ningún destino ¿Pero quien lo tiene? Quizá nunca encontrase su camino, tal vez terminase en una rutina cómoda y viable como el resto de adultos. Trabajaría ocho horas al día, gritaría a la tele en los telediarios, pagaría las facturas de forma impuntual y dedicaría menos de una hora al sexo semanal.
Paró en seco y empezó a reír. Ya había empezado a llover, sus botas estaban al otro lado de la orilla. Un chico, él único que allí había, huyó de la arena al comenzar la lluvia. Él le miró huir, era realmente guapo, un adolescente que quizá también era efervescente. Pero huía, marchaba de allí por la lluvia, dejaba atrás su bahía de las primeras veces. Decidió gritarle al verle correr, se reía gritando lo guapo que le parecía, el buen culo que tenía y su sexy melena mojada al viento. Se dejó caer viendo al chico salir de la playa, ya estaba solo en su bahía, sin botellones ni franceses... Manchándose con esa arena efervescente que una y otra vez había palpado en sus primeras veces.
viernes, 29 de mayo de 2015
Fumaba sexy, no podía ser mala gente.
Tras casi una hora allí sentado, imaginando su vida, escuchando su voz ficticia en mi cabeza. Decidí grabar unos segundos de su inactiva existencia, presioné el "stop", disfruté un par de veces de esa breve secuencia. Era como observar una fotografía prolongada, no había reacción, simplemente, cierta apreciación de su respiración leve y tranquila. Podía apreciarse su tristeza, se palpaba cierto dolor en sus ojos cerrados... Como dije, no podía ser mala persona. Me tumbé en el capó del coche, miré las estrellas, y pensé en cuantas noches me dormí entre lagrimas, en cuantas abracé mi almohada y en lo incomodo que hubiera sido pasarlas en el asiento trasero de un coche.
Pasadas las dos horas, decidí bautizar a ese rebelde sin causa, Dani...Sí, él era Dani. ¿Quien es Dani? Dani era un chico guapo, sensible, pero que iba de tipo duro, enfadado con el mundo, más bien lo odiaba. Pero no lo odiaba por capricho, lo odiaba por la cantidad de palizas que él le dio, por esas ex parejas que lo dejaron hecho retales, y por toda esa gente que paso de comprenderle. Dani era el malo de la película, el tío por el que llora Amaia Montero en sus canciones, o al que quiere incendiar Malú en sus interpretaciones. Dani no era popular entre las chicas, no al menos después de haberlas conquistado. Pero él nunca vendió humo, ni se benefició a ninguna inocente, siempre se mostró chulesco y pedante. Él era esa clase de chico, ese chico que todas se empeñan en cambiar, que todas aman por ser rebelde, pero solo lo quieren reeducar, convertir, domesticar... Luego lloran por no tenerlo al despertar, pero Dani es así, de subirse los pantalones y partir.
Yo seguía allí postrado, el amanecer interrumpió mis pensamientos, y decidí que era hora de dejar mi extraño experimento. Me levanté, me alejé unos metros y antes de ponerme mis auriculares escuché un portazo y un grito de fondo. Era Dani, con su voz sexy y pedante, me señaló la cámara que había dejado allí olvidada. Se apoyó en su coche soltando el humo de un pitillo que se había encendido, sonreí asintiendo, miré su postura rebelde, su forma de fumar aquel cigarrillo y me mordí el labio manteniendo mi sonrisa nerviosa. Como ya os dije, Dani no era mala gente.