viernes, 29 de mayo de 2015

Fumaba sexy, no podía ser mala gente.

La pasada noche, volvía a casa de madruga y observé un coche negro. En él, un chico con cazadora de cuero, pelo perfectamente despeinado, pitillos y cara de fumar sexy, dormía plácidamente. Me detuve unos segundos, quizá fueran un par de minutos. Lo miré atento, me sentí algo acosador, pero no pude evitar mirar su glamour. Él ni se inmuto, movía los labios de forma tierna, no podía ser mala persona. Me senté en el capó del coche de al lado, saqué mi cámara de fotos y le hice varias instantáneas. Observé cada foto, las acerqué y alejé con el botón superior derecho, impresionante... Su rostro, sus labios, su mejilla posada sobre el asiento... Desprendía cierto encanto, y yo comenzaba a dar cierto miedo.

Tras casi una hora allí sentado, imaginando su vida, escuchando su voz ficticia en mi cabeza. Decidí grabar unos segundos de su inactiva existencia, presioné el "stop", disfruté un par de veces de esa breve secuencia. Era como observar una fotografía prolongada, no había reacción, simplemente, cierta apreciación de su respiración leve y tranquila. Podía apreciarse su tristeza, se palpaba cierto dolor en sus ojos cerrados... Como dije, no podía ser mala persona. Me tumbé en el capó del coche, miré las estrellas, y pensé en cuantas noches me dormí entre lagrimas, en cuantas abracé mi almohada y en lo incomodo que hubiera sido pasarlas en el asiento trasero de un coche.

Pasadas las dos horas, decidí bautizar a ese rebelde sin causa, Dani...Sí, él era Dani. ¿Quien es Dani? Dani era un chico guapo, sensible, pero que iba de tipo duro, enfadado con el mundo, más bien lo odiaba. Pero no lo odiaba por capricho, lo odiaba por la cantidad de palizas que él le dio, por esas ex parejas que lo dejaron hecho retales, y por toda esa gente que paso de comprenderle. Dani era el malo de la película, el tío por el que llora Amaia Montero en sus canciones, o al que quiere incendiar Malú en sus interpretaciones. Dani no era popular entre las chicas, no al menos después de haberlas conquistado. Pero él nunca vendió humo, ni se benefició a ninguna inocente, siempre se mostró chulesco y pedante. Él era esa clase de chico, ese chico que todas se empeñan en cambiar, que todas aman por ser rebelde, pero solo lo quieren reeducar, convertir, domesticar... Luego lloran por no tenerlo al despertar, pero Dani es así, de subirse los pantalones y partir.

Yo seguía allí postrado, el amanecer interrumpió mis pensamientos, y decidí que era hora de dejar mi extraño experimento. Me levanté, me alejé unos metros y antes de ponerme mis auriculares escuché un portazo y un grito de fondo. Era Dani, con su voz sexy y pedante, me señaló la cámara que había dejado allí olvidada. Se apoyó en su coche soltando el humo de un pitillo que se había encendido, sonreí asintiendo, miré su postura rebelde, su forma de fumar aquel cigarrillo y me mordí el labio manteniendo mi sonrisa nerviosa. Como ya os dije, Dani no era mala gente.


lunes, 25 de mayo de 2015

Pasillos de instituto mojados.

He vuelto a mi viejo colegio, a pasear por ese patio en que tantas mañanas llegaba bostezando, legañoso, y perezoso. Recorrí cada parte de él, cada escondrijo, cada detalle cambiado, cada recuerdo que me abordaba según pasaba. Mi visita exterior fue fugaz, intensa, pero breve. Fui interrumpido por esa lluvia que una vez más dramatizó mis pensamientos, ahogo mis sentimientos, y se llevó con ellos mis recuerdos buenos y malos.

Caminé por cada pasillo, podía ver por encima de los cristales cada clase, supongo que en su día era bajito para ver por encima de ellos. Vi a mis antiguos profesores, algo más mayores, ya no parecen tan macabros ni maliciosos. Pasé los dedos por aquellas paredes, recordé los días que pasé castigado en el pasillo, siempre por aquellos "cabrones" que no me comprendían. 

Recorrí los pasillos menos transitados, me reí apoyado en la pared, y recordé mi primer beso frente a esa clase. Me mordí el labio recordando el rostro de ese príncipe, actualmente un extraño al que tengo en Facebook, pero en su día todo un mundo para mí. Bajé corriendo las escaleras, reí solo, recordaba a mis profesores gritando que no corriese... Frené en seco, un charco de agua, unas pisadas marcaban todo el pasillo. 

Llegué al despacho de profesores, imponía menos de lo que recordaba. Me senté como los indios ante su puerta y sonreí. Pensé en cada discusión, cada suplica por aprobar, cada risa que me aguanté por cada bronca, cada dedo que saqué contra la espalda de cada "imbécil" que me regañó. Puede que también reflexionase sobre qué tenían algo de razón... Escuché ruido en el interior, y corrí escaleras arriba hasta llegar a la azotea. 

Caminé por la azotea, me asomé, y pensé en como leía revistas de adolescentes en los bancos con mis amigas, en las piras que hice huyendo por la puerta trasera, reí a carcajadas mientras me calaba, seguía lloviendo, y yo seguía viendo a mi yo adolescente por ese patio vacío y mojado. Pasé horas allí, creo que en cierto modo sigo allí, creo que en realidad jamás me fui... De alguna manera, siempre recordaré, que todo empezó ahí...